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Mostrando entradas de junio, 2023

La línea H6

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  Una fugaz mirada en el espejo del recibidor fue la confirmación de que mi look era el adecuado para la entrevista de trabajo. Hacía calor, así es que coloqué mi americana por encima del bolso con sumo cuidado. Ya solo faltaba que el autobús de la línea H6 no tardara mucho. Hubo suerte y llegó puntual a la hora que anunciaba el panel luminoso de la parada. Nada más entrar me di cuenta de que estaba siendo objeto de muchas miradas, la mayoría de soslayo. Y además, a pesar de ir lleno, la gente se apartaba, cediéndome el paso como si yo fuera un personaje público o vete a saber qué. Intenté ignorar la situación y me puse a observar a los pasajeros, como siempre me gusta hacer cuando voy en trasporte público. Entonces, me di cuenta de que, si dirigía la vista a alguien que me estaba mirando, ese alguien desviaba sus ojos hacia el infinito, como si tuviera algo que ocultar. Necesitaba averiguar qué era lo que provocaban estas reacciones. Haciendo equilibrios para que no se me cayera

No hay que subestimar al oponente

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  Con su visión de 360 grados, Jacobo v2.0 analiza la situación en pocos segundos. Es consciente de que, si opone resistencia, aquellos salvajes pueden desconectar un buen número de sus conexiones, aun sin saber que lo hacen. No va a permitir que esto suceda. Opta por dejarse llevar. Son tres hombres violentos y con pocos escrúpulos, como lo han demostrado por su forma de irrumpir en el laboratorio y destruir varios androides v1.9, menos evolucionados que él. Romualdo, al que los otros llaman “Romu” y parece ser el cabecilla, intenta que sus compinches no se pasen de rosca y les grita: —¡Pedazo de inútiles ! Ya estáis teniendo cuidado, porque si e l bicharraco este no llega completo y sin estropicios, no ve re mos la guita. S é que hay ganas de jaleo, pero ahora se acabó. ¡ Subi d lo a la furgo rapidito y larguémonos de aquí! Dos de ellos sujetan al androide, al que han atado de pies y manos, como si eso fuera suficiente para impedir su fuga. En cambio, no han creído ne

La espera

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  El zumbido del ascensor me sobresalta una vez más. Se ha detenido en mi planta. A pesar de que me juró que no regresar ía jamás, a nsío oír el tintineo de las llaves, el ruido de la puerta al abrirse y el taconeo de ella en el recibidor. H abrá reflexionado y me dará otra oportunidad . S in embargo, pasan los segundos y la secuencia de sonidos que deseo escuchar no llega. Hoy tampoco es ella. Trato de relajarme, pero el eco del ascensor resuena en mi cabeza una y otra vez y no lo consigo. Mis días son todos iguales y transcurren en esta espera sin esperanza. No puedo pensar en otra cosa. Solo el ruido del ascensor calma mi inquietud, aunque sea por pocos instantes. La próxima vez iré corriendo a observar por la mirilla. Quizás llega a mi puerta y luego se arrepiente. Duda de si entrar o no. Puede que, si la abro antes de que se vaya, consiga verla, hablarle e intentar retenerla. Tengo que convencerla de que lo nuestro todavía tiene solución. Por nosotros y por Lucía que, aunq