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Mostrando entradas de 2022

Revancha

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  —¡Pero qué cretina, por Dios! Si no nos hubiéramos ido de esa maldita fiesta, creo que habría acabado estirando de los pelos a esa hija de... —escupe con rabia Martina. —¿De quién me estás hablando? —No te hagas el tonto, que lo sabes perfectamente, Nil. Martina lanza una mirada asesina a su pareja que pone cara de no haber visto, oído, ni notado nada de nada. Vamos, como si fuera un iceberg en medio del océano. Y es que, Lidia, siempre Lidia, se ha pasado la noche echándole los trastos a Nil. Con sus aires de mojigata vestida de vampiresa, se cree que puede comerse a cuantos se cruzan en su camino. Faltaría más; para eso se ha gastado todos sus ahorros en subirse las tetas y redondear su planísimo culo. Y ella, no es que no confíe en su novio, que tampoco, en quién no confía es en su mal llamada amiga. Siempre le ha parecido un poco zorrona, pero, desde que se ha hecho su reforma integral, se ha superado a sí misma. Nil insiste en decirle que está exagerando. Que no es para t

El regalo

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  Hoy has tenido un buen comienzo. Nada más levantarte suena el timbre y una joven mensajera te entrega un paquete que no esperabas. Enseguida piensas que tiene que ser un regalo porque no es la típica caja de cartón barato. Es algo bien distinto, un estuche gris plateado con un lazo rojo y el logotipo de una marca muy conocida: Burberry . Tus manos han comenzado a temblar y l o primero que has pensado es que el mensajero se ha equivocado de destinatario. Pero no. Los datos están claros, con tu nombre bien escrito. Por una vez no se han olvidado de poner esa "h" tan incómoda que nadie recuerda. Y , cuando por fin alguien lo escribe bien, te alegras tanto como si te hubiera tocado la lotería. La curiosidad recorre tu cuerpo en forma de cosquilleo y, aunque temes que se te haga tarde, abres el paquete con cuidado. Todavía crees que puede tratarse de un error. Por eso quitas la cinta sin deshacer el lazo y levantas la tapa. Dentro hay algo envuelto en papel de seda, tambié

Influjo de plenilunio

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  Con las manos enlazadas, caminábamos por la orilla de la bahía. A lo lejos, un resplandor rojizo anunciaba la llegada de mi astro favorito, la Luna. Él hincó su rodilla en la arena y dijo: "¿quieres compartir tu vida conmigo?". Pero yo solo tenía ojos para el disco dorado que ascendía con lentitud. Él insistió, rompiendo el hechizo de la noche, y mi duende maligno respondió: "¿Otra vez? No me tientes que soy capaz de decirte que no y pedirte el divorcio". Imagen de chiplanay en Pixabay   Relato elegido por Diversidad Literaria en el  III Concurso de Microrrelatos  “Luz de luna"  para formar parte de la antología que lleva el mismo nombre.  Noviembre 2022 **************** Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos: Aquí

Los deseos de un niño

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  En apenas quince días será Navidad. Según la tradición, es la fecha en la que el Niño Dios viene cargado de regalos. Nelson sabe que llegar hasta su casa es complicado porque viven allí donde el fango lo invade todo y la subida es tan pendiente que deja exhausto a cualquiera. Sin embargo, él mantiene la esperanza de que un ser tan poderoso sabrá cómo lograrlo. Acaba de llegar de la escuela, y después de arrojar la mochila al suelo, corre a la cocina en busca de algo de merienda. Lo recibe una nevera desvencijada y medio vacía, pero encuentra una manzana que acallará su estómago hasta que llegue su madre. Se sienta en un banco de madera que hay en la entrada de la vivienda y, mientras devora la manzana, sueña con el regalo que desea recibir: una bicicleta. Ya se imagina montado en ella tratando de seguir los pasos de Nairo Quintana. Por un momento, cree verse rodando en el mismo pelotón que su ídolo y la cara se le llena de una sonrisa enorme. Empieza a anochecer y esperar a su ma

Amor (im)posible

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  Y allí estaba yo convertida en la otra. Haciendo lo que siempre había jurado que no haría. Sabía que todos se justificaban con la misma excusa. ¿Por qué era tan crédula? Pensé en abandonarlo, en no acudir a la cita, pero fui débil. Ese día, su rostro irradiaba felicidad. Me tomó de las manos y mirándome a los ojos, me mostró un pliego y me dijo quedo al oído: "Amor, por fin podremos casarnos". Imagen de Sasin Tipchai en Pixabay   Relato elegido por Diversidad Literaria en el  VIII Concurso de Microrrelatos  “Porciones del alma" para formar parte de la antología que lleva el mismo nombre.  Noviembre 2022 **************** Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos: Aquí

Jugando con fuego

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  Aitana era consciente de que no debería ir, pero Sandra, que desconocía su pasado oscuro, había insistido tanto que había acabado por aceptar. Y allí estaba ella con sus mejores galas. Le pareció una ocasión idónea para lucir el vestido de raso rojo que tenía abandonado en el armario y unos stilettos negros que no recordaba que fueran tan incómodos para caminar. Había peinado su melena castaña en un semirrecogido informal que dejaba al aire varios mechones. Cogió el bolso y se aseguró de que llevaba el DNI de su hermana. Cruzó los dedos, deseando que todo saliera bien. Cuando llegó Sandra, no pudo menos que lanzarle un silbido de admiración. No se había quedado atrás, el palabra de honor negro que lucía dejaba poco a la imaginación y su melena rubia seguía el ritmo de sus pasos. Se miraron y, casi al unísono, exclamaron: —¡Esta noche arrasamos! —y rompieron a reír a carcajadas. Entraron en el casino pisando fuerte y Aitana, sin verbalizarlo, pensó que hacía demasiado tiempo que

Muerte de un Presidente

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Lo recuerdo con bastante claridad a pesar de la lejanía en el tiempo. Fue el 22 de noviembre de 1963. La t elevisión detuvo la emisión en mitad del noticiero para lanzar un comunicado que sacudi ría al mundo : el Presidente de los Estados Unidos, John F itzgerald Kennedy, acababa de ser asesinado en Dallas. En ese momento yo era incapaz de comprender el alcance de la noticia. No fue hasta mucho más tarde que supe que se había tratado de u n magnicidio lleno de sombras y sospechas que nunca se acabarían de esclarecer. Lo cierto es que, casi de inmediato, fue motivo de elucubraciones y especulaciones infinitas. Al día siguiente, en el colegio, este hecho se convirtió en el tema de conversación favorito entre mis compañeras. No voy a decir que nos interesara la política, no. Era, más bien, el morbo que entrañaba la muerte de un símbolo: por ser el Presidente más joven que había tenido el estado americano, pero, sobre todo, porque nos parecía guapísimo. Estábamos en esa e

Sueños

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    No tenía más de cinco años cuando comencé a soñar en ser bailarina. Me imaginaba convertida en Odett e haciendo fluir su energía electrizante. Llenaría el escenario de pirouettes y pas de bourré que dejarían sin aliento a los espectadores. Las notas de Chaikovski acompañarían cada uno de mis pasos. ¡Pobre de mí! ¡Qué inocente! La realidad no se acercaría ni de lejos a mis ensoñaciones. Recorrí todas las escuelas de danza clásica con la esperanza de encontrar una que me pudiera permitir, pero el salario de mi padre, que era pescador, y el de mi madre, que planchaba la ropa de familias pudientes, llegaban a duras penas para sobrevivir. Hasta que un día conocí a alguien que me prometió que mis sueños se harían realidad. Me recomendó una academia que financiaría la formación y, a cambio, solo tendría que hacer pequeñas "concesiones" que no concretó. Mis deseos de bailar eran tan grandes que no lo dudé ni un instante. Y, sin darme cuenta, me encontré interpretando algo m

Escrito en las estrellas

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  Con la sonrisa de alguien que ha ganado el Oro Olímpico, Marina iba a encontrarse con su amado tras una jornada agotadora. A su paso, el atardecer avanzaba inundando las calles de sombras oscuras y el cielo se cubría de tonos ocres, como en un presagio. Y es que, en ese mismo momento, él se alejaba de ella en busca de un nuevo amanecer. Sin embargo, la estrella que lo guiaba no tardó en volver a conducirlo a su verdadero destino. Imagen de Gerd Altmann en Pixabay  Relato elegido en el  V Concurso de microrrelatos "Microatardeceres" de Diversidad Literaria  y publicado en la antología con el mismo nombre. - Septiembre 2022 **************** Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos: Aquí

El dedo índice

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   Fede se despierta con las manos doloridas. "Creo que ayer me excedí con la jardinería", murmura para sí. Y una voz interior añade; "eso y los achaques de la edad". Piensa en las horas pasadas el día anterior cuidando del césped, de las flores y los árboles de su jardín que tiene hasta un estanque con peces y nenúfares. Su mirada se dirige al dedo índice de su mano derecha mientras se lo frota con suavidad. Una sonrisa indecisa se abre paso en su cara y Fede vuelve a ser niño. A pesar de la lejanía en el tiempo, es difícil olvidar ese día. Era muy pequeño y  lo que rememora es una mezcla de lo que recuerda y de lo que oyó contar a sus padres en varias ocasiones. En una tarde primaveral, como otras muchas, sin nada que la hiciera diferente, los tres hermanos jugaban en el jardín de la casa. La niñera los vigilaba de lejos mientras tendía la ropa. Fede, que tenía poco más de dos años, contemplaba hipnotizado el subir y bajar del balancín donde su hermana mayor y su

Mi favorita

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  Mi mirada perdida se posó en ti esta mañana. Me pregunto cuántas experiencias has vivido; cuántas cosas podrías contarme sin pronunciar una palabra; cuántas personas han disfrutado de un merecido reposo gracias a ti. Tu piel arañada y los surcos que la recorren hablan de tu larga vida. Cuando te encontré, estabas abandonada a tu suerte. Nadie parecía quererte. Pero había algo en ti que me llamó la atención. No sabría decir qué. Quizás tu aire distinguido o tu estilo antiguo y señorial. No lo sé. Decidí recogerte, adoptarte. Te llevé a casa y te lavé con energía pero con mimo; eliminando las diferentes capas que cubrían tu maltratada superficie. Poco a poco emergió tu carácter, resaltando la viveza de tus líneas. Te recubrí de ungüentos y afeites. Empezaste a emitir luz propia. Te otorgué un lugar destacado en mi habitación. Siempre que estaba cansada acudía a ti. Contigo podía recuperar el resuello y relajarme recorriendo las vetas doradas que te recubren y descansando mi espalda

Recuperando la calma

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Disfruta de este texto narrado por Maite Bilbao    Siempre has sido un poco solitaria, reconócelo. Te encanta salir a pasear huyendo de los lugares más concurridos; sumergirte en la contemplación de las nubes en el cielo, de las copas de los árboles y las aves que las habitan o sencillamente perder la mirada en el ir y venir de las olas del mar que te transportan a los lugares más lejanos. Mientras, tus pies se mueven a su antojo sin que nadie les indique un destino. De nuevo te sientes con fuerzas para continuar tu camino. Tus pulmones se llenan y tu respiración se vuelve más profunda. Las tensiones han desaparecido y podrás resistir un día, dos o lo que haga falta hasta que puedas reencontrarte de nuevo con tu yo interno. Ese deambular sin una finalidad prefijada ensancha tu pensamiento que se expande y se desplaza por los rincones de tu mente. Ese es el momento en el que afloran nuevas ideas, nuevos propósitos. Sin nada planeado, los proyectos surgen con una fluidez que no creía

Exigencias

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  Julia tenía muchos pretendientes pero ninguno era lo bastante bueno para ella. A todos les encontraba defectos: Mario era cejijunto, Manuel tenía la nariz demasiado grande, Ricardo las orejas de soplillo y Javier los labios muy finos. El día que les presentó su prometido, sus amigas quedaron impresionadas. Había conseguido lo imposible : s u novio era la fusión de todos sus antiguos pretendientes.   ******** Imagen tomada de Internet (Autorretrato de Picasso) Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos: Aquí

El maletín

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  Calzando unos zapatos de tacón, sacados a escondidas del armario de su madre y en los que a duras penas se veían sus pies, Judit salía a pasear por el jardín haciendo bailar sus trenzas. Colgado de un brazo, llevaba un bolso más grande que ella, mientras decía: —Estoy esperando a mi novio que no viene. Pues si no viene, que no venga. Peor para él. Su madre, que la observaba de lejos, sonreía divertida. Una mañana, cuando tenía poco más de tres años, la niña salió de la casa a hurtadillas para visitar los gatos de una de las vecinas. Los "mius" como decía ella. Pensó que nadie se habría dado cuenta. El barrio en que vivían era tranquilo. No era raro ver a los niños pasear solos; todos los vecinos se conocían y, en esa época, los vehículos que transitaban por allí eran escasos. Regresaba ya de su aventura cuando tropezó y estuvo a punto de caerse. Enseguida quiso saber qué era lo que se había atrevido a interrumpir su marcha. A sus pies un maletín gris lustroso, del que

El paso del tiempo

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  Cuando la conoció le pareció la mujer más bella del mundo. Deseaba con locura hacerla suya por lo que desplegó todas sus artes amatorias. Le recitaba poesías de Bécquer, le enviaba ramos de rosas rojas por sorpresa, le regalaba bombones y lo más importante: sabía satisfacer sus deseos antes de que ella supiera que los tenía. Sus sueños se hicieron realidad: se casó con ella y tuvieron tres hijas. Eran  felices. Han pasado los años y ahora que, por fin, vuelven a estar solos, él no para de repetir a quien quiera oírlo los mil y un defectos que tiene su mujer. Imagen de Pixabay Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos: Aquí

Salir del armario

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      Entonces seré yo quien necesite un amigo imaginario , pienso mientras me encierras en el armario. Así podré llenar las horas muertas hasta que la oscuridad te devuelva a mi lado, para decirme que no puedes vivir sin mí.     Me pregunto qué pensarían tus amigos y tu madre si supieran que, a tus veinte años, todavía eres incapaz de dormir sin tu oso de peluche. Imagen de Pixabay Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos:  Aquí

Des-conectado

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  Alex e st á en perfecta conexión con el mundo virtual. Por la noche, mientras sus padres ven el noticiero en televisión, se sumerg e en TikTok, Instagram, Twitter y Snapchat . Por la mañana, l o primero que hac e al abrir los ojos e s comprobar los mensajes de WhatsApp. Durante el desayuno, tampoco aparta la vista de la pantalla ni un segundo y respond e a las preguntas de su madre con monosílabos. Va al colegio en bicicleta y, con una mano en el manillar y la otra sujetando el móvil, aprovecha ese momento para chatear con su novia . Hasta que una mañana no se d a cuenta de que el semáforo est á en rojo. A s u madre nunca se le había ocurrido pensar que añoraría tanto sus monosílabos . Imagen de Pixabay Si te ha gustado, podrás encontrar más microrrelatos:  Aquí