Entradas

Mostrando entradas de 2020

La maceta de geranios

Imagen
       Me habían pedido permiso, sí, debo reconocerlo. Lo que no me habían dicho era que el aquelarre duraría hasta bien entrada la madrugada. Y ahí estaba yo, intentando dormir a la luz de las hogueras y al son de los conjuros de las tres brujas instaladas en mi maceta de geranios. Al final les he tenido que decir que abreviaran y se fueran de una vez. Por suerte, no se han enfadado y, al poco rato, han recogido sus escobas y han salido volando.  Relato seleccionado en el "  V Concurso de microrrelatos "MICROFANTASÍAS" de Diversidad Literaria  para su publicación en la antología "Microfantasías" Encuentra más microrrelatos  aquí Imágenes de Pixabay

Cuando la vida te sonríe

Imagen
  En este relato conoceremos un poco más sobre la vida de Celia, nuestra protagonista de  "Visita inesperada"      Los rayos de sol han perdido intensidad pero la suave brisa del mes de septiembre todavía permite a Celia disfrutar de la lectura, sentada en el pequeño jardín de su casa repleto de geranios, hortensias y alhelíes. Hace tan solo un año no hubiera podido imaginar que tendría una casita en el campo con espacio para sus flores favoritas y un pequeño huerto. Desvía la mirada del libro para contemplar las caprichosas formas de las nubes y algo le hace recordar momentos de su vida pasada que rememora sin ningún tipo de nostalgia.      Fueron años de trabajo arduo en los que no quedaba tiempo para permanecer ociosa ni un segundo . En casa de la familia Núñez-Marañón s e celebraban fiestas, cenas y reuniones con frecuencia y había que mantener la casa impoluta. La lista de tareas era inacabable: cepillar las alfombras persas de los salones y la biblioteca, l

El veredicto - Versión de Alexey Soloviev

Imagen
       No me quisieron escuchar. Ni siquiera tuve la oportunidad de explicar los motivos que me impidieron llegar a tiempo a mi destino. Alegaron que había abandonado una misión y que no había perdón para semejante delito. El veredicto del Comité Militar Revolucionario fue unánime: culpable de deserción.      Cuando acepté unirme al Ejército Rojo lo único que quería era ayudar a los campesinos a luchar contra el hambre y la miseria, confiando en las promesas de "pan, trabajo y libertad" que pregonaba Lenin. Y eso esperaba encontrar. Sin embargo, pronto me dí cuenta del caos que nos rodeaba, pero ya no había vuelta atrás.      E l día que me detuvieron me habían confiado la misión de llevar un mensaje al coronel del regimiento. Me dirigía a mi destino con paso apresurado cuando ocurrió algo que me h izo retroceder al tiempo de mi niñez . U n niño, d e unos o cho años, estaba siendo asaltado por dos desarrapados que intentaban apoderarse de la hogaza de pan que el pobre

Miedo o intolerancia

Imagen
  Es casi mediodía cuando una pareja de ancianos camina a paso lento por la subida que lleva a Can Castellò. Hace frío y la mujer lleva un abrigo rojo oscuro que ciñe por delante con uno de sus brazos. Con el otro va asida del de su acompañante que, equipado con chaquetón gris y un gorro del mismo color, tira de ella. Al cabo de un rato, llegan al acceso del centro cívico y se detienen un instante a leer el aviso que hay en la verja. Luego, se adentran en el recinto y siguen a pequeños pasos hasta alcanzar la puerta del edificio que está abierta de par en par. Allí los recibe una auxiliar con bata blanca que les pregunta su nombre. Después de verificar que están en la lista que sostiene en la mano izquierda, los hace pasar a una sala. Dentro hay seis personas más distribuidas en asientos que dejan un amplio espacio a ambos lados de cada uno. Tras murmurar un saludo, la pareja se acomoda en dos sillas que hay al fondo. Algunos responden con un gesto de la cabeza, otros hablan en sus

Visita inesperada

Imagen
  Llamaron al timbre de la puerta principal y Celia bajó a toda prisa la escalera de mármol que daba a la entrada, esperando llegar antes de que el visitante volviera a llamar y la señora encontrara un nuevo motivo para reñirle. Desde que había enviudado -creía Celia- el carácter de la señora de Núñez-Marañón se había agriado. Celia sabía que su señora nunca había sentido simpatía por ella pero el reciente fallecimiento de su esposo había empeorado las cosas. Ahora tenía que tener sumo cuidado o cualquier pequeño descuido tenía consecuencias desagradables para ella. En contra de lo que esperaba Celia, el señor que había en la entrada no preguntaba por su señora si no por ella, Celia Pérez. Abrió los ojos desmesuradamente preguntándose qué podría querer de ella un caballero elegantemente vestido con traje de raya diplomática gris, sombrero y un bastón de empuñadura dorada. Tras vacilar unos instantes, lo hizo pasar a la sala que había al lado del hall de entrada. A la espera de que

El veredicto

Imagen
  La noticia corrió como la pólvora en el barrio donde vivía mi amigo A lexey . Se decía que había sido condenado por deserción y yo, que lo conocía bien , no me lo podía creer. Él siempre decía que se había unido al Ejército Rojo para d efender el "pan, trabajo y libertad" que p rometía Lenin . No, no tenía sentido que hubiera huido. Durante su infancia, A lexey se había tenido que enfrentar a situaciones que lo habían marcado para siempre . Sin ir más lejos , c on apenas ocho año s, había visto morir a su padre de un disparo en la cabeza . Participaban en una manifestación pacífica en la que obreros y campesinos se había n congregado ante el Palacio de Invierno para presentar sus reivindicaciones ante el zar. N o sé muy bien cóm o empezó todo, pero dicen que se d esencadenó un tumulto y la Guardia Imperial c omenzó a disparar contra la multitud. Ese día m urieron más de dos mil personas, entre ellos e l padre de Alexey . Todavía hoy, l os ojos de

Le puede pasar a cualquiera

Imagen
  Era una tarde de domingo como cualquier otra de no ser porque los congregados, en lugar de estar en su casa viendo la película de la tarde arropados por una manta, estaban en un lugar mucho más falto de calidez. Unas horas antes no se lo habrían podido imaginar. Sin embargo, un infarto de miocardio fulminante lo había hecho posible y, ahora, estaban allí, procedentes de diferentes lugares. Eran los familiares y amigos de Emiliano Ramírez que, ataviado con traje oscuro y rejuvenecido por los tratamientos de tanatopraxia, los contemplaba desde la vitrina de la sala de velorio. Se habían formado varios corrillos que intercambiaban las manidas frases que se utilizan en estas circunstancia: "era tan joven, quién lo iba a decir", "la familia está destrozada", "a pesar de su mal genio, era muy buena persona" o "vaya vacío que nos ha dejado". Estaban tan entretenidos en sus conversaciones, que no se percataron de la entrada de Jacinto que, cons

Locura de amor

Imagen
Se llamaba María Luisa y d ecían que había enloquecido por una pena de amor. Todo el mundo hablaba de ella. T endría poco más de veinte años y c aminaba con la mirada perdida en el vacío . Si alguien le dirigía la palabra aceleraba el paso aunque , a menos de que se tratara de un forastero , pocos lo hacían ya, acostumbrados a su eterno mutismo. Su extrema da delgadez y las pronunciadas ojeras de su rostro le daban un aire fantasmagórico. S u aspecto me impactó profundamente. Era demasiado joven para parecer tan desgraciada. Según se decía, hacía un par de años, había conocido a un extranjero muy atractivo . D e nombre Ferdinand, a lto, rubio, de complexión atlética y con mucha labia , le juró amor eterno c omo en una novela romántica, . A pesar de la diferencia de edad, bien podría haber sido su padre, ella s e enamoró perdidamente de él . Ferdinand, s e convirtió en el centro de su vida. Atrás quedaron sus estudios, sus amigos e incluso su familia. Alquilaron un pequeño

Una mirada y una sonrisa

Imagen
No necesitaba alzar la voz. Tampoco necesitaba muchas palabras. Con una mirada suya todos sabíamos lo que teníamos que hacer o..., dejar de hacer. Así era él. Con apenas veinticinco años, había tenido que lidiar con los quinientos obreros de una planta textil; así es que sus hijos éramos pan comido. Nunca, o casi nunca, llegaba a casa antes de las nueve de la noche y lo hacía con el gesto cansado de alguien que carga sobre sus hombros las preocupaciones y problemas del día a día. Y no eran pocos porque compaginaba su trabajo de Director con la gestión de su propia empresa. Las horas del día se le hacían insuficientes. Una vez en el hogar, lo que ansiaba era llegar a un remanso de paz lo que, con siete hijos, era algo complicado. Por eso, mi madre se daba prisa en acostar a los más pequeños y lo tenía todo a punto para la cena con los mayores. Todos teníamos que arrimar el hombro en mayor o menor medida y, cuando alguno se hacía el despistado, de nuevo una mirada nos hacía reaccionar. S

Cotidianidad alterada

Imagen
Abro los ojos con la sensación de haber dormido más de la cuenta. Cuando miro el reloj compruebo que en realidad no es una sensación. ¡Me he dormido! No sé si porque no puse el despertador anoche o sencillamente lo he apagado estando dormida. Es un fastidio que sea precisamente hoy que tengo una entrevista a las nueve y ya son las ocho. Ya puedo  espabilarme o no voy a llegar a tiempo; adiós a la oportunidad de repasar la lista de preguntas. Si siempre es conveniente ser puntual en este caso es imprescindible, por lo que lavarme y secarme el pelo queda descartado. Tendré que conformarme con una ducha rápida. No estaré tan glamurosa como me hubiera gustado, pero es lo que hay;  el reloj no detendrá su marcha por mí. Pongo el turbo y empiezo la carrera. Me dirijo al baño para comprobar que, hoy, justamente hoy, Adrián se me ha adelantado. Y además se ha encerrado. Aporreo la puerta aunque no sirve de mucho porque tiene puesta la radio a todo meter y ni siquiera me oye. Me digo que aprove

Influjo lunar

Imagen
 Lo conoció una noche de plenilunio y el magnetismo fue instantáneo. Cuatro semanas después, cuando acudía a su encuentro, un prolongado aullido laceró sus tímpanos. Levantó la mirada y allí estaba él contemplando la luna en todo su esplendor. Relato seleccionado en el Concurso de Microrrelatos "Luz de Luna I", convocado por Diversidad Literaria,  y publicado en la antología del mismo nombre. Imagen de Clker-Free-Vector-Images en Pixabay Imagen de  Jubayer Abdullah  en  Pixabay   Encuentra más microrrelatos  aquí

Una vida de lectura

Imagen
Imagen de Kidaha en Pixabay Con cinco años ayudó a Caperucita Roja a despistar al lobo. Con siete, compitió con Peter Pan por el amor de Wendy. Con la adolescencia pisándole los talones, conoció a Alicia y se hizo muy amigo del Conejo Blanco aunque la Reina Roja le intimidaba. Con quince años ya navegaba con el capitán Nemo en el Nautilus. Hacía mucho tiempo que no se sabía de él cuando alguien lo vio saliendo del Cementerio de los Libros Olvidados  Finalista del III Concurso de Microrrelatos "Universo de libros" convocado por Diversidad Literaria y publicado en la antología del mismo nombre. Encuentra más microrrelatos  aquí

Te lo dije

Imagen
  Foto de  Andrea Piacquadio  en  Pexels —¡Te lo dije, te lo dije, te lo dije! ¡Te dije que pasaría exactamente esto! —gritó Berta dando un portazo que retumbó por toda la casa. —¿Me lo dijiste? No sé de qué me hablas…. —respondió Alicia. —Mira niña, no te hagas la inocente, la que no te enteras ni sabes nunca nada. —Sí, ¡claro! ¿Cómo no? Me olvidaba de que tu lo sabes todo y no te equivocas nunca, ¿verdad? Alicia miró de soslayo el sobre que Berta acababa de dejar encima de la mesa, se aseguró de que no la veía , y lo cogió. Tenía que echar un vistazo a la carta que había provocado semejante reacción en Berta. Decepcionada, vio que el sobre estaba vacío pero, por lo menos, pudo comprobar que el remitente era el Consulado de Israel. —Berta, de verdad, no sé qué es lo que te pasa, ¿quieres calmarte por favor? ¿Qué he hecho yo ahora? —Mira, no pongas cara de no haber roto nunca un plato. Lo sabes perfectamente y ahora, gracias a tu incompetencia, voy a tener un serio problema. Te insistí