Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2022

Celebrando la vida

Imagen
  Algunos no lo entienden, pero disimulan. Otros no dudan en disparar su pregunta a quemarropa sin cuestionarse si puede herirte o no. A mí no me importa. Yo lo tengo claro. Por eso, cuando me dicen "pero, ¿tú qué celebras?" no me cuesta nada responder que celebro la vida. Así, sin más. Mi casa es pequeña, y aun así caben todas las personas que me importan. Y hoy el timbre no para de sonar. Poco a poco, mis hermanos, cuñados y amigos van uniéndose a la celebración. No tardan en formarse corrillos, algunos de pie, otros sentados y hasta hay un grupo en la cocina. De fondo suena una música suave y en el salón, a un lado, hay una mesa llena de bebidas, canapés, sándwiches y pastelitos. Mis hijos me ayudan a servir a los más perezosos. Ha venido hasta mi ex, con el que lo que único que me une son los dos hijos que tenemos en común. Mientras lo veo conversando con Mireia, la menor, pienso que es difícil adivinar en esa actitud de padre amantísimo, con sonrisa de embaucador

La caja de Pandora

Imagen
  Cuando vi al que iba a ser el nuevo jefe de departamento me pasó lo que a la mujer de Lot: me convertí en estatua de sal. Fui incapaz hasta de pronunciar con claridad unos simples buenos días. Alto, moreno, barba de una semana y "guapísimo", o ¿debería decir creidísimo? Llevaba una camisa azul, con el cuello abierto y sin corbata; jeans, una americana ceñida que dejaba adivinar una musculatura bien trabajada y, para redondear, unas Camper con cordones. De película, vamos. Y, encima, joven, bastante más joven que yo. Me acababan de decir que yo no reunía los requisitos necesarios para el puesto. ¡Ja! ¡Qué risa! Ya me diréis qué experiencia podía tener él a su edad. Seguro que estaba liado con la de recursos humanos. Era lo que me faltaba para mejorar mi autoestima: depender de un niñato. Y con esa sonrisa bobalicona con la que se había presentado... "Hola, soy Agustín Salvá. Será un placer trabajar con vosotros". Si creía que así me iba a ganar, lo tenía cla

El centro de atención

Imagen
  Hay algo peor que ser el mayor o el pequeño de una familia, hasta peor que ser hijo único. Y eso es ser el de en medio. Lo sé por experiencia. Yo tengo un hermano mayor y una hermana menor que son los que centran toda la atención de la familia. Porque, ¿quién se acuerda del que está en medio? Yo lo sé: nadie. Y así crecí yo, olvidado por todos. No negaré que esto, a veces, también tiene sus ventajas como cuando le cogí las herramientas a mi padre para desmontar el reloj del comedor; pero, ¿a quién no le gusta que le hagan caso de vez en cuando? Me pasé la infancia, intentando hacerme notar. Lo probé todo. Primero fui obediente, estudioso, trabajador y hasta dejaba ordenada mi habitación. Nadie se enteró. Todos los elogios eran para Eduardo, que me lleva tres años. Lo que hacía él merecía alabanzas y felicitaciones. Y las gracias..., ¡ay, las gracias! Todo lo que hacía Irene, tres años menor que yo, era divertidísimo. ¡Era tan mona! Ni que decir tiene que yo encontraba al uno presu