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Mostrando entradas de 2021

¿Quién dijo miedo?

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  Los meses pasan a toda velocidad y ese lunes volvía a ser treinta, concretamente treinta de octubre. El cielo estaba gris y presagiaba lluvia. Así es que Rogelio se enfundó la gabardina, se caló la gorra negra que lo acompañaba siempre en sus salidas y agarró un paraguas. No fuera a ser que la lluvia lo pillara desprevenido. Aunque sus hijos, y hasta sus nietos, habían intentado introducirlo en el mundo de la tecnología, a él no le interesaba. No quería oír hablar de tarjetas de crédito y otras zarandajas de este tipo, como las llamaba él. Así es que cada treinta o treinta y uno de mes, se dirigía con pasos titubeantes hasta la sucursal bancaria donde le ingresaban la pensión. Sacaba el dinero que preveía gastar durante el mes y regresaba a su casa. A los chicos no les hacía mucha gracia, y el tiempo les daría la razón. Como si se tratara de un supermercado, ese día en el banco estaban repartiendo números con el turno. A Rogelio le tocó el veintiocho. Pasaría un buen rato hasta q

Impulsos

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  Impulsos Esperó a que su madre se hubiera ido para abrir el armario de los vestidos de fiesta. Primero se probó uno rojo con una boa, luego otro gris de satén, después uno de terciopelo negro con escote imperio para acabar con un palabra de honor verde con lentejuelas doradas. Contempló con satisfacción su imagen en el espejo de pie y ensayó varias posturas sintiéndose como una modelo de pasarela. Estaba tan ausente, que no escuchó el ruido de las llaves al girar, ni el de la puerta al cerrarse. Su cara cambió de color cuando oyó decir a su madre: "¿Pablo, se puede saber qué haces con mis vestidos?" ******************** Si te ha gustado, clica   AQUÍ  y podrás acceder a otros microrrelatos.  

La gota que hizo rebosar la copa

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  Había tenido un amanecer desastroso. Es cierto que las cosas entre él y Silvia hacía tiempo que no iban bien, pero Ricardo no esperaba ese final. La vio preparar una maleta. No era nada raro, Silvia era consultora y su trabajo implicaba viajar con frecuencia. Sin embargo, lo de esa mañana denotaba un cambio. Primero había preparado una maleta, después una segunda y, luego, hasta una tercera. — Por si no lo has pillado, Ricardo, te lo voy a explicar: me voy de casa y esta vez es definitivo —le dijo—. Ya no aguanto más. A partir de ahora tú y tus borracheras os vais a tener que espabilar solos. Y es que le gustaba mucho beber, pero cada copa, esa precisamente esa, iba a ser la última. Lo pensaba con convencimiento, pero, a la hora de la verdad, su voluntad flaqueaba. Oyó el portazo de la puerta al cerrarse tras Silvia y le faltó tiempo para servirse el primer whisky de la mañana cuando todavía no eran ni las diez. Tomó asiento y rememoró lo sucedido la tarde anterior. Se dijo q

Los vuelcos de la vida

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  Casi no me lo podía creer cuando me llamó Elvira. Era llamativo que la persona que nos había machacado durante años con la decencia, la humildad y la bondad ahora se viera envuelta en un asunto tan turbio. Los recuerdos de mi larga etapa en el colegio de monjas se agolparon en mi mente. Me acordé de una vez, yo debía tener doce años, que estábamos en la capilla. La madre San Javier, con su eterno hábito negro y la toca que ocultaba su cabello, se disponía a dirigir el rezo y, antes de comenzar, nos dijo: —El rosario de hoy será para rogar al Altísimo por la resolución de un conflicto muy grave, que está punto de desencadenar la tercera guerra mundial. En ese momento yo no tenía ni idea de qué estaba hablando, pero, con el tiempo supe que se refería, ni más ni menos, a la grave crisis de los misiles en Cuba. La religiosa, con su voz estentórea, iba recitando una larga letanía implorando a Dios por el fin del problema, la paz mundial y yo que sé cuantas cosas más. Nosotras r

Relaciones extralaborales

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  Hoy llega el nuevo director después de que el último tuviera que hacerse casi invisible y desaparecer por la puerta trasera. Te han dicho que era italiano y has dejado correr la imaginación. Enseguida has pensado en un moreno conquistador de mirada seductora. Te has recreado visualizando el galanteo y ardes en deseos de conocerlo. Sabes que es un tópico y, sin embargo, esperas en secreto que se cumpla al pie de la letra. Tú tienes el privilegio de ser la primera en recibirlo, luego tendrás que presentarlo al resto de tus compañeros. Pronto descubres que tu fantasía te ha jugado una mala pasada; tu rostro no puede evitar un gesto de decepción. Ni es moreno, ni tiene aires de seductor. Con una cabeza de rizos rubios que necesitan un peine, sus ojos son gélidos, de un azul metálico y, aunque esboza una sonrisa, la frialdad de su mirada te golpea. Sin saber muy bien por qué, el desasosiego recorre tus entrañas, pero le vas a dar una oportunidad. Los días van pasando y tus conversac

Gestación

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  Gestación Cuando se despertaba, lo primero que hacía era contemplar la flor que comenzaba a brotar en su vientre. Por las noches le cantaba en un tono casi imperceptible y le parecía sentir el latido de su corazón. El brote fue tomando forma y creciendo con lentitud. A veces, hasta podía notar cómo vibraba. Al principio, parecía el aleteo de una mariposa, pasadas unas semanas se convirtió en el repiqueteo de un bombo sordo. A los nueve meses, la rosa eclosionó y, por fin, la pudo tomar en sus brazos. Autora de la imagen María Vives Encuentra más microrrelatos  aquí

Compañías peligrosas

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  La conocía de verla por la oficina, aunque nunca habíamos cruzado más de cuatro palabras. Por eso me subí a su coche sin pensarlo demasiado cuando se ofreció para llevarme a casa. Tenía mucha prisa por llegar y acababa de perder el tren. —¿Hacia dónde vas? ¿Vives en Barcelona, no? —me preguntó en cuanto me senté a su lado—. No te olvides de abrocharte el cinturón de seguridad. —Sí, sí. ¡Gracias! No quiero desviarte de tu camino. Me bastará con que me dejes en Sarriá —le dije yo. Seguimos con una conversación banal, pero, como no teníamos mucho en común, no tardamos en sumergirnos en el silencio. Mi compañera conducía de forma errática. Se aferraba al volante con fuerza y aceleraba y desaceleraba provocando un movimiento de vaivén muy incómodo. Además, se aproximaba temerariamente al vehículo que nos precedía, mirando inquieta a derecha e izquierda. Empecé a maldecirme por haber aceptado su ofrecimiento. Ya era un poco tarde para arrepentirse así es que me agarré al asidero y l

Amor adolescente

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  Los gritos de la hija del duque resonaron por todas las estancias del castillo. —¡No! ¡No, no y no! ¡Nunca consentiré! ¿Casarme con ese viejo yo? ¡Ni hablar! Si ya tiene veinticinco años... Además es bizco, feo y paticorto. La doncella de Mencía no le llevó la contraria. Era cierto que el hijo del conde Salvaterruño tenía once años más que la niña, pero en cuanto al resto... Cerró los ojos e imaginó por un momento que la prometida iba a ser ella. La aparición del duque la sacó de su ensoñación. —¿Se puede saber a qué viene semejante griterío? Mencía, deja de comportarte como una niña malcriada. —Pero, padre... Arturo es muy viejo y, además, no me gusta nada. —Y ¿desde cuándo una mocosa como tú puede decidir qué matrimonio le conviene? Arturo es un buen mozo y un excelente partido. Además, la unión de ambas familias ampliará nuestro feudo. No quiero oír ni una sola queja más. Yo sé bien lo que es mejor para ti. Lo cierto era que el duque de Madreselva, que enviudó a los pocos m

Despedida

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  Despedida Silvia no se lamentó cuando su marido le anunció un nuevo viaje de negocios. Planchó y dobló con cuidado sus camisas y pantalones. Cogió una maleta y distribuyó la ropa con esmero, sin olvidar los calzoncillos, las camisetas y los calcetines y, por último, incluyó un neceser con el cepillo de dientes, la maquinilla de afeitar y el peine. El día de su partida, le acompañó hasta la puerta y contempló cómo bajaba en el ascensor. Luego, se asomó al balcón para ver alejarse el taxi que se lo llevaba. Cuando estuvo segura de que estaba lejos, corrió a llamar al cerrajero. Imagen de Pixabay Encuentra más microrrelatos  aquí

El visitante interplanetario

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  Es tarde y la oscuridad no demorará en tender su manto sobre el valle. Venancio se apresura a recoger su rebaño para que las ovejas pasen la noche a cubierto. De improviso, una luz intensa, que recuerda la iluminación de un estadio, le hace pensar que la naturaleza ha enloquecido y que el sol ha vuelto atrás en el tiempo. Pronto descubre que el responsable de ese resplandor no es el sol sino un objeto con forma ovoidea que desciende a toda velocidad hasta posarse en la pradera donde suele pastar su ganado. Con gran asombro, el granjero ve cómo el objeto se abre por la mitad y despliega una escalera por la que ve descender a un hombrecillo verde. Este, envuelto en un halo luminoso y con antenas doradas que emiten luces de colores, se dirige con paso vacilante hacia él. La sorpresa y el miedo han dejado paralizado a Venancio que no sabe si salir corriendo o quedarse a ver qué pasa. El hombre da un respingo cuando oye hablar al que, supone, debe ser un habitante de otro planeta:

Promesas

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  Prometió a su padre que defendería su virtud por encima de todo, pero no contaba con la llegada del nuevo palafrenero al castillo ni con los ojos verdes que la contemplaban mientras cepillaba su caballo. Empezó a buscar excusas para visitar las caballerizas y salir a cabalgar con frecuencia. Una tarde en la que él la ayudaba a descender de su corcel, sintió la tibieza de sus manos sujetando su cintura y no pudo evitar que las puertas de su inocencia se abrieran de par en par. Imagen de Pixabay Encuentra más microrrelatos  aquí

Su peor enemigo

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  Eran tiempos convulsos en la empresa donde yo trabajaba. Un cambio de accionistas había provocado el derrumbe de la estructura organizativa con entradas y salidas de directivos y modificación de funciones. Yo no sé si puedo considerar que tuve buena suerte por haber podido mantenerme en mi puesto. Pasé de depender de uno de los mejores directores a caer en manos de un aprendiz. Ambos nos conocíamos desde hacía años y la nuestra era una relación discreta pero cordial. Pablo, que así se llamaba mi recién adjudicado jefe, era de los que nunca se olvidan de dar los buenos días ni de preguntar cómo estás para seguir su camino sin escuchar la respuesta. Al día siguiente de comunicar al personal su nombramiento como Director Financiero, lo vimos aparecer trajeado y repeinado. Parecía listo para acudir a un bautizo. Ese cambio no pasó desapercibido. Estábamos acostumbrados a verlo con camiseta, pantalones tejanos y unas deportivas, eso sí, de una marca de lujo. Solía lucir con desenfado

Microrrelato - Fotofobia

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  Fotofobia     Cuando la tarde extiende su manto con los colores del crepúsculo, tu comienzas a resurgir. Ya nada te retiene, alzas el vuelo y surcas el cielo en busca de aventuras hasta que el renacer de un nuevo día te obliga a volver a tu refugio, ese que protege tus pupilas. Relato seleccionado en el  Concurso de microrrelatos  “Microatardeceres IV" , convocado por Diversidad Literaria,  y publicado en la antología del mismo nombre. Imagen de Pixabay Encuentra más microrrelatos  aquí

Historias del vecindario. La sonrisa de Laura

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  La conocí cuando me fui a vivir al edificio donde ella llevaba muchos años residiendo. De eso hace tanto tiempo que no recuerdo el momento. Lo que no he olvidado es que su casa estaba en el piso de arriba, el quinto -yo vivía en el cuarto-, y que su final me dejó bastante tocada por las circunstancias que lo rodearon. Al principio, cuando nos encontrábamos en el ascensor o en la portería, nos limitábamos a saludarnos y a hacer algún que otro comentario trillado sobre el tiempo. Ella acompañaba todas sus frases con una sonrisa de las de verdad, de esas en las que los ojos se empequeñecen. Los tenía de un azul intenso que, no sé por qué, me recordaba el de un atardecer de primavera. Llamaba la atención su cabello, plateado, ondulado y siempre bien peinado que le daba un toque de distinción. Vestía con elegancia y un maquillaje muy discreto, casi imperceptible, resaltaba su belleza otoñal. Yo me decía que en su juventud debía haber roto más de un corazón. "¡Ojalá envejezca yo d

Dejando fluir los sentidos

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  Este texto surgió como un experimento de clase y la escribí escuchando la canción que os dejo aquí abajo, gentileza de Youtube. Espero que lo disfrutéis. Et si tu n'èxistais pas Joe Dassin Dejando fluir los sentidos Tanta intensidad me llega hasta el fondo. Me llega, me llena y luego vuelve a exudar por los poros de mi piel. El tintineo de una cucharilla golpeando un frasco de vidrio me distrae. Siguen los ruidos en la cocina que me desconcentran. Vuelvo a ponerla. Sé que hay alguien que a lo mejor me maldice por volver a poner una canción que quizás ya se ha cansado de escuchar. Pero yo necesito oírla de nuevo. Dejar que las notas fluyan a mi interior y que la letra me haga viajar a paraísos lejanos. Vaya ahora la distracción es mi móvil. Acaba de llegar un mensaje. Pero resisto. Domino la curiosidad imperiosa que me pide que lo lea. Me concentro en escuchar esta canción que me emociona. Y no, al final no he podido resistirme. Total para ver que era un aviso que Twitter se e

Microrrelatos: Sueños cumplidos y Rebeldía

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  Sueños cumplidos      Isabel no se ofende cuando le dicen que siempre está en las nubes. Al contrario, sonríe con satisfacción. La verdad es que de niña soñaba con volar. En la adolescencia veía volar a los aviones y soñaba. Ahora, tres veces por semana, hace la ruta Barcelona-Bogotá-Barcelona a bordo del Airbus A340 que pilota. ********** Rebeldía      Pasó los mejores años de su vida tejiendo con firmeza su alfombra de cuatro cabos. A pesar de utilizar todos los recursos a su alcance y seguir los consejos de los expertos, no conseguía evitar que uno de los cabos se torciera. Por eso no se sorprendió cuando le dijeron que el menor de sus hijos andaba envuelto en asuntos turbios. Imágenes de Pixabay Encuentra más microrrelatos  aquí

La oreja de van Gogh y otros microrrelatos

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  La oreja de van Gogh Colocó un lienzo nuevo y ordenó la paleta, los óleos y los pinceles. Dio los primeros trazos de un autorretrato pero la imagen que le devolvía el espejo no le gustó. No lo dudó ni un segundo. Fue a buscar su navaja de afeitar, la afiló y con un golpe certero eliminó el elemento discordante. Desengaño Cogió el último diente que se le había caído. Con una sonrisa enorme lo envolvió en papel aluminio tal y como su madre le había enseñado y lo colocó con cuidado debajo de la almohada. Se durmió imaginando lo que le dejaría el ratón Pérez. Lástima que al susodicho nadie le dijera que también tenía que recoger los dientes de los ancianos. In fraganti Comprobó que llevaba todo lo necesario en el cesto y se enfundó su caperuza roja. Al llegar a casa  de su abuela, vio salir al leñador. A ella la encontró a medio vestir. ******** Imágenes de Pixabay Encuentra más microrrelatos  aquí

Reencuentro 2ª parte

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  Si todavía no la has leído, te recomiendo leer la primera parte de esta historia   aquí, Reencuentro 1ª Parte Gustavo sale huyendo de la casa de su amigo, Paco, y corre tan deprisa como le permite su ya no tan joven cuerpo. Cuando se cree lo suficientemente lejos, y el ardor que le sube del estómago lo deja sin el poco aliento que le queda, detiene su marcha, jadeando. Se dobla en dos y no puede evitar que su boca expulse toda la bilis que ha acumulado. Siente un cierto alivio y puede detenerse unos instantes para comprobar que nadie le ha seguido hasta allí. Un torrente de lágrimas fluye de sus ojos. No estaba preparado para tanta crueldad. Le dijeron que querían hablar con él. Solo eso. Gustavo únicamente tenía que dejarse seguir hasta el nuevo hogar de Paco. No sabe en qué momento llegaron, no se oyó abrir la puerta ni los pasos que los condujeron hasta la habitación de los trenes. Tampoco sonó el disparo amortiguado por el silenciador. Antes de que pudiera reaccionar vio despl

Reencuentro 1ª Parte

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 —¡Pero, Paco! ¿te has vuelto loco o qué? ¿Cómo se te ha ocurrido invitarlo? —Tranquila, mujer. Es el mejor amigo que he tenido en toda la vida. Merece toda mi confianza. —¡Qué pronto se te ha olvidado el motivo por el que tuvimos que dejarlo todo y venirnos a esta maldita ciudad! —Gustavo es lo más parecido a un hermano para mí. No tienes por qué preocuparte. Nada de lo que dice Maite hace mella en Paco. No puede hacerle cambiar de opinión. Paco está de buen humor. Esta noche podrá, por fin, encontrarse con un verdadero amigo. Ya casi no se acuerda de lo que es eso. Hace casi dos años que se tuvieron que exiliar y dejarlo todo atrás, trabajo, amigos, familia. Cree que dos años son tiempo suficiente para que las cosas se hayan olvidado. Esta visita será como una gran bocanada de aire que le ayudará a suavizar la asfixia con la que vive. Maite sigue enfadada, sabe que Paco está jugando con fuego pero no le queda más remedio que aguantarse. Le cuenta que ha sido totalmente fortuito, q