Promesas
Prometió a su padre que defendería su virtud por encima de todo, pero no contaba con la llegada del nuevo palafrenero al castillo ni con los ojos verdes que la contemplaban mientras cepillaba su caballo.
Empezó a buscar excusas para visitar las caballerizas y salir a cabalgar con frecuencia. Una tarde en la que él la ayudaba a descender de su corcel, sintió la tibieza de sus manos sujetando su cintura y no pudo evitar que las puertas de su inocencia se abrieran de par en par.
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