El abuelo
Cuando Roberto la vio caminando hacia él fue como si alguien le hubiera arrojado un cubo de agua helada encima. Por unos segundos, se le cortó la respiración. Creyó entrar en otra época, en otro momento. Hacía mucho que no experimentaba algo parecido.
Volvió a ver la sonrisa pícara de esos ojos color miel que le habían enamorado, con su melena agitada por el viento. La vio paseando por la playa, parándose a recoger los restos de vidrios rotos que el mar devolvía en forma de piedrecitas de colores. Le pareció oír su voz regañándolo porque, una vez más, se había olvidado de bajar la tapa del inodoro.
El sonido de su voz y los tejanos ajustados que llevaba la joven rompieron la burbuja en la que se hallaba sumergido y lo devolvieron al momento actual.
—¡Abuelo! ¡Has venido! —gritó a pleno pulmón, y mientras lo decía lo apretaba con tal fuerza entre sus brazos, que casi le hizo perder el equilibrio.
—¿Cómo se puede cambiar tanto en un año?
—¿Yo? Pues, yo que sé, creo que sigo siendo la misma de siempre.
—¿Sabes? Por unos segundos he creído ver a tu abuela. Ha sido una sensación muy extraña. No me había dado cuenta de lo mucho que te pareces a ella.
Lucía llegaba de pasar un año de Erasmus en Estados Unidos y él, que tenía debilidad por su nieta mayor, se había ofrecido para ir a recogerla. Su larga ausencia se le había hecho interminable y le ilusionaba la idea de disfrutar de su compañía en exclusiva por un rato, antes de que el resto de la familia la acaparara.
—Abuelo, ¿de verdad me parezco tanto a ella? Me hubiera gustado conocerla mejor. Se murió demasiado pronto.
—Solo tienes que mirarte al espejo —respondió sonriendo, todavía impresionado de ver cómo el paso del tiempo había acrecentado el parecido de su nieta con María Luisa.
Cargó el equipaje de la chica en el maletero y juntos emprendieron el regreso a casa. Tenían una hora larga de camino por delante.
—Abuelo háblame de ella. Yo era demasiado pequeña cuando nos dejó. Solo me acuerdo de que siempre sonreía y me daba galletas de chocolate.
—Es verdad, así era ella: alegre y cariñosa. Pero no te vayas a creer… También era una mujer de carácter y casi tan testaruda como tú.
Hablaron sin parar de la abuela y, solo cuando a él le llegó el recuerdo de los últimos días de María Luisa, los ojos se le nublaron, pero estaba al volante e hizo un esfuerzo para no dejarse llevar por la tristeza.
—Abuelo, ¿qué tienes? ¿Quieres que paremos un rato? —a ella, como a la abuela nunca se le escapaba un detalle.
—Estoy bien, Lucía. Es que me han venido a la cabeza los últimos días de la abuela, cuando ese maldito cáncer se la llevó en apenas dos meses. Fue muy duro, ¿sabes? Han pasado quince años, pero todavía duele. Lo único que me ha consolado durante este tiempo han sido las visitas que ella me hacía. No es lo mismo, claro…, —Roberto se percató de que había hablado más de la cuenta y se calló en seco.
Pero fue demasiado tarde. Lucía lo miró preocupada. Quería creer que había oído mal, pero sintió la necesidad de saber y le preguntó:
—¿Qué es eso de que la abuela te visitaba? ¿De qué estás hablando? ¿Tengo que preocuparme?
Roberto no supo qué contestar. ¿Cómo explicar a una joven de diecinueve años esas experiencias sin que lo tomara por loco? ¿Cómo decirle que la muerte no es el final y que hay vida más allá de la vida? No tenía ni idea. Lo cierto es que María Luisa, su espíritu o lo que fuera, lo habían acompañado en muchas ocasiones durante esos años y, no solo podía verla, sino que mantenían largas conversaciones. Pero, ¿quién lo iba a creer? Después de unos instantes optó por lo más sencillo:
—¿Visitarme la abuela? No, claro que no. Me habré expresado mal. Me refería a las visitas que yo hacía al cementerio. Le hablaba con la esperanza de que donde quiera que estuviera pudiera oírme.
Lucía lanzó una mirada a su abuelo que no dejaba lugar a dudas. Volvería a interrogarle a la menor oportunidad.
Imagen de Pixabay
Muy bonito y tocando un tema de muy rabiosa actualidad: habrá vida después de la vida? Yo creo que sí! C.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Yo también creo que hay algo más cuando todo se acaba aquí. Muchas gracias, C.
EliminarBesitos