El visitante interplanetario
Es tarde y la oscuridad no demorará en tender su manto sobre el valle. Venancio se apresura a recoger su rebaño para que las ovejas pasen la noche a cubierto. De improviso, una luz intensa, que recuerda la iluminación de un estadio, le hace pensar que la naturaleza ha enloquecido y que el sol ha vuelto atrás en el tiempo. Pronto descubre que el responsable de ese resplandor no es el sol sino un objeto con forma ovoidea que desciende a toda velocidad hasta posarse en la pradera donde suele pastar su ganado.
Con gran asombro, el granjero ve cómo el objeto se abre por la mitad y despliega una escalera por la que ve descender a un hombrecillo verde. Este, envuelto en un halo luminoso y con antenas doradas que emiten luces de colores, se dirige con paso vacilante hacia él. La sorpresa y el miedo han dejado paralizado a Venancio que no sabe si salir corriendo o quedarse a ver qué pasa.
El hombre da un respingo cuando oye hablar al que, supone, debe ser un habitante de otro planeta:
—Tenga usted muy buena tarde, o ¿sería más adecuado decir noche? Mi nombre es Marciano Equis y provengo del planeta Murano. —Por extraño que parezca, el visitante se expresa en castellano con cierto eco metálico.
Después de abrir y cerrar la boca varias veces, Venancio parece recobrar el dominio de sí mismo.
—¿Sebas? Porque con esas paticas solo puedes ser tú. ¡Qué el carnaval no ha comenzao todavía! ¿Se puede saber de ande has sacao ese huevo Kinder? ¡T'has pasao con los fectos espaciales esos!
El que parece desconcertado ahora es el recién llegado que tiene preparado un discurso y quiere recitarlo hasta el final.
— Viajo en misión de paz. Me pregunto si su señoría tendría la gentileza de darme alojamiento por unos días. Me sería de gran utilidad pernoctar en una casa terrícola. El objetivo de mi expedición es llevar a cabo un estudio sobre los usos y costumbres de su honorable planeta.
—¡Anda la hostia! Pues si que estás estirao tú. Mira que es mu tarde y yo tengo que madrugar. Anda pa tu casa que si no la Hortensia te va a sacudir.
El extraño personaje parece entrar en cortocircuito y sus antenas comienzan a girar sobre sí mismas despidiendo estrellas rojas.
—No encuentro traducción para sus palabras. Insisto, vengo en misión de paz. ¿Estaría dispuesto a colaborar en este proyecto?
—Joer, Sebas. Que no estoy pa guasas. ¡Anda, ahueca el ala! — Y con estas palabras, cierra el establo y dirige sus pasos hacia su casa.
Al día siguiente, en el valle no hay indicios de lo ocurrido la noche anterior y Sebas, que se encuentra con Venancio en el bar donde suelen desayunar, no entiende las burlas de su amigo.
Imagen de Pixabay
El muraniano iba en busca de vida inteligente y se topó con el paisanaje rural. Es un tipo de inteligencia inclasificable, tan poderosa que puede cortocircuitar a los seres más avanzados de la galaxia... Muy bien enfocado el asunto.
ResponderEliminarEl pobre se dio con un canto en los dientes... ja ja ja. También hay que reconocer que nadie se espera encontrar un extraterrestre en el camino.
EliminarMuchas gracias y un abrazo