Relaciones extralaborales

 


Hoy llega el nuevo director después de que el último tuviera que hacerse casi invisible y desaparecer por la puerta trasera. Te han dicho que era italiano y has dejado correr la imaginación. Enseguida has pensado en un moreno conquistador de mirada seductora. Te has recreado visualizando el galanteo y ardes en deseos de conocerlo. Sabes que es un tópico y, sin embargo, esperas en secreto que se cumpla al pie de la letra.

Tú tienes el privilegio de ser la primera en recibirlo, luego tendrás que presentarlo al resto de tus compañeros. Pronto descubres que tu fantasía te ha jugado una mala pasada; tu rostro no puede evitar un gesto de decepción. Ni es moreno, ni tiene aires de seductor. Con una cabeza de rizos rubios que necesitan un peine, sus ojos son gélidos, de un azul metálico y, aunque esboza una sonrisa, la frialdad de su mirada te golpea. Sin saber muy bien por qué, el desasosiego recorre tus entrañas, pero le vas a dar una oportunidad.

Los días van pasando y tus conversaciones con Luigi Trani se limitan a temas de trabajo. Algunas veces, te deja con la boca abierta cuando se acerca a tu mesa y te dice con seriedad:

—Voy a buscar un café, ¿quiere que le traiga uno?

Tú, que no estás acostumbrada a este tipo de ofrecimientos, rehúsas con un "no, gracias" y dudas de si ese trato tan formal, siempre con el "usted" por delante, es una costumbre italiana o si quiere marcar distancias. A estas alturas tus sueños se han desvanecido como el humo de un cigarrillo pero te intriga su personalidad.

Un día te propone que le acompañes a la reunión del equipo de ventas de la zona sur. Se han de presentar las estrategias para la nueva temporada y le irá bien tenerte cerca. Tú aceptas, no te queda otra opción pero te apetece verle en un ambiente diferente porque, aunque te niegas a reconocerlo, te sientes atraída por él.

Todo transcurre con una normalidad que te exaspera. Es la última noche, mañana cogerás el avión que te devolverá a tu rutina. Después de la cena, sales al jardín y te alejas con una copa de cava. Vas hasta la terraza que se asoma a la pequeña cala donde está situado el hotel. El reflejo de la luna traza un camino de ondas doradas sobre el mar en calma. Una sombra emerge a tu derecha y no puedes evitar dar un brinco.

—¿Lui...? Quiero decir, ¿señor Trani? No le he oído llegar.

—Disculpa, no quería asustarte —te responde, y sientes un cosquilleo al darte cuenta de que ha abandonado el trato formal—. Te he visto salir y he pensado que la vista debía ser preciosa desde aquí. Y no me he equivocado.

Guardas silencio. En realidad, él no contempla el paisaje sino que acaricia tu piel con la mirada que, serán cosas de la oscuridad, ya no te parece tan gélida. Tú tiritas aunque no hace frío y él, galante, te ofrece su americana que coloca sobre tus hombros. Lo hace con movimientos lentos, queriendo prolongar el momento y, mientras, clava sus ojos en los tuyos.

—¿Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos, Matilde? —susurra y se acerca tanto a ti que puedes notar su aliento.

Desvías la mirada y finges contemplar las estrellas. La brisa del mar hace ondear tu melena y cuando un mechón cae sobre tu cara, Luigi lo atrapa para enrollarlo en sus dedos. Las piernas te tiemblan. La americana resbala dejando tu brazo izquierdo al descubierto. Él aprovecha el momento para abrazarte y buscar tu boca con la suya. Todo se detiene a tu alrededor y deseas que ese instante no acabe nunca.

Después de una noche inolvidable te preguntas cómo serán las cosas al día siguiente. No tardarás en averiguarlo.

—Señorita Muñoz —te dice nada más entrar en la oficina—, hoy llegan mi esposa y mis dos hijos de Turín. Aquí tiene los datos de su vuelo, encárguese de que el chófer los recoja en el aeropuerto.

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Imagen de RENE RAUSCHENBERGER en Pixabay 


Comentarios

  1. Estupenda historia. Como siempre, una prosa limpia y una trama bien armada que indaga en algún aspecto del ser humano. En esta ocasión, conceder una oportunidad al amor le salió por la culata a la protagonista. ¿O no? Tal vez acepte de buen grado el papel de amante.

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    1. Muchas gracias por tu generoso comentario, Javier. Espero que mi protagonista sea inteligente y no caiga en la trampa de convertirse en "la otra", aunque todos sabemos que es una situación que se repite demasiado. Una vez disfrutado el momento, a por otra cosa, jejeje.

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  2. ¡Boahhh! Todo iba tan perfecto. Que rabia me ha dado. Eso no se vale jajaja. Italianos uishhh!...

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    1. Jajaja! Lo siento... Otra vez será... Muchas gracias por regalarm¡e tu tiempo!

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