Curiosidad

A Olga le da un vuelco el corazón al ver que en la puerta del edificio donde vive hay un coche patrulla y una ambulancia aparcados de cualquier manera. Reza para que el incidente que los ha traído no haya sido en su casa. Aprieta el paso con la esperanza de poder interrogar al portero apenas entre. Ha olvidado que son las dos de la tarde y que la portería está cerrada a esa hora. Como cosa rara, en el vestíbulo no se tropieza con ningún vecino. Siente que la respiración se le agita y el tic del párpado, que tanto la importuna y creía olvidado, regresa de nuevo con fuerza. Los escasos treinta segundos que tarda el ascensor en llegar se le antojan horas. Con el pulso acelerado, marca la quinta planta en lugar de la sexta. Ese detalle, que parece insignificante, hará que la angustia se prolongue unos segundos más. Cuando por fin llega a su rellano, ve que un mosso d’esquadra hace guardia delante del piso de su vecina, que tiene la puerta abierta de par en par. Olga respira aliviad...