Posteando desde el paraíso
Día 16 desde mi llegada
Se cumplen hoy dieciséis días de mi llegada a este estupendo paraíso tropical y es el momento de compartir con vosotros mis experiencias. Lo primero que tengo que decir es que no sé por qué a la gente le fascina la idea de unas vacaciones en el Caribe. Guardadme el secreto: aunque todo es de lujo, yo estoy deseando volver a la civilización.
En mis posts os iré explicando cositas para que tengáis una información más ajustada a la realidad.
Día 17 desde mi llegada
Os cuento una ventaja enorme de la isla: aquí no es necesario tener coche o moto, ni siquiera bicicleta. Veréis por qué lo digo. Estoy en un cayo que, como la mayoría sabréis, es una isla muy muy pequeña. Para que os hagáis una idea, en media hora a pie le has dado una vuelta completa. Además, está cubierta de una arena superfina, preciosa; lo único es que es tan blanca que deslumbra más que el foco de un plató. Menos mal que me traje unas Hay Ban, si no estaría ya cegata perdida.
Día 19 desde mi llegada. Comienza la cuenta atrás.
Ayer me fue imposible postear porque estuve explorando la parte sur de la isla.
He descubierto que aquí no necesitas gastar ni en gym ni jacuzzi. Hace un calor y un bochorno tan bestial que ya sudas todo lo que tienes que sudar, así sin más. Ya veis, es un sitio estupendo para ahorrar porque, además, no hay ni una sola tienda.
Es fantástico pasarte los días sin nada mejor que hacer que ir a la playa a nadar en ese mar de tonos turquesa, lleno de pececillos de colores. Eso sí, hay que tener cuidado con las mantas rayas, que ayer casi me muerde una. También puedes caminar por la arena a pleno sol, sin olvidar que te puedes churruscar. Yo, cuando no lo aguanto más, me unto bien de Divea total block que va genial, y me refugio bajo los cocoteros que tienen unos troncos espigados y unas palmas arqueadas superbonitas y dan algo de sombra. El único inconveniente es que, de vez en cuando, suena un chasquido y, ¡zás!, cae un coco. Y no es que no me guste el coco, pero le tengo mucho cariño a mi cabeza.
Día 20 desde mi llegada. Ya queda menos.
La fauna es muy diversa y exótica. Para muestra, mis nuevas amigas: son dos iguanas verdes, grandes y tan feas que asustan. Están cubiertas de escamas y tienen una cresta dorsal que te recuerda la época de los dinosaurios, por suerte, en miniatura. Son muy divertidas, me siguen por toda la isla para beneficiarse, creo yo, de los pocos restos de comida que caen al suelo. No parecen agresivas, pero no me fío demasiado. He descubierto que si les doy de comer de mis patatas Mays, se distraen y me dejan tranquila un rato.
Día 22 desde mi llegada. Quedan dos días
Ayer no hubo forma de postear. Cayeron tres aguaceros por la mañana y cuatro por la tarde. Nunca había visto llover de esta manera. Salía el sol y al cabo de un rato caía un chaparrón y vuelta a empezar. Aproveché para quitarme la sal acumulada durante estos días.
No sé si es por la lluvia o qué, pero hoy está todo lleno de cangrejos. Son muy grandes y tienen una pinza gigante; bueno, tienen dos, pero solo una es enorme. Suerte que llevo unas Javaianas monísimas que me protegen los pies.
Día 23 desde mi llegada. Solo quedan un día
Me olvidaba de algo de extrema importancia. Si, como yo, os apuntáis a la experiencia “Emulando a Robinson en una isla desierta”, que ofrece la agencia de viajes Setevan Aquitar Lasganas, no olvidéis traeros un cargamento de repelente Selec para mosquitos. A mí me ha servido para no morir acribillada por unos bichitos minúsculos que llaman jejenes y que pican como diablos.
Día 24 desde mi llegada y fin
Ya está aquí la lancha que me devolverá al mundo real. Espero que hayáis disfrutado de mis posts creados con mi magnífico Miphone 16 Pro Max. Me despido de vosotros, amigos, nos vemos en mi próxima experiencia.
Foto de @mapraty
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