Celebrando la vida
Algunos no lo entienden, pero disimulan. Otros no dudan en disparar su pregunta a quemarropa sin cuestionarse si puede herirte o no. A mí no me importa. Yo lo tengo claro. Por eso, cuando me dicen "pero, ¿tú qué celebras?" no me cuesta nada responder que celebro la vida. Así, sin más. Mi casa es pequeña, y aun así caben todas las personas que me importan. Y hoy el timbre no para de sonar. Poco a poco, mis hermanos, cuñados y amigos van uniéndose a la celebración. No tardan en formarse corrillos, algunos de pie, otros sentados y hasta hay un grupo en la cocina. De fondo suena una música suave y en el salón, a un lado, hay una mesa llena de bebidas, canapés, sándwiches y pastelitos. Mis hijos me ayudan a servir a los más perezosos. Ha venido hasta mi ex, con el que lo que único que me une son los dos hijos que tenemos en común. Mientras lo veo conversando con Mireia, la menor, pienso que es difícil adivinar en esa actitud de padre amantísimo, con sonrisa de embaucador...