En el gimnasio
Una mujer de mediana edad entra en el vestuario del gimnasio “My Way”. Lleva puestos unos pantalones tejanos, una sudadera gris y una mochila verde colgada de un solo hombro. Mira el reloj de la entrada que marca las 11 en punto. El vestuario está formado por varios pasillos con dos hileras de taquillas -una a cada lado- y un banco largo. A la izquierda, según se entra, están los inodoros y las duchas. Frente a los pasillos, rematados por un espejo con dos secadores ‑también uno a cada lado- hay varios lavabos. La mujer se dirige hacia el último pasillo, coloca la mochila sobre uno de los banquillos y saluda: —¡Buenos días, chicas! Hay cinco mujeres que están cambiándose de ropa y que contestan con un “buenos días” en un tono tan bajo que apenas se escucha. Una de ellas se gira, y al ver a la recién llegada, le dice: —¡Hola, Marta! ¿Hoy también harás zumba? —No, Carmina. Hoy me toca piscinear. —Mientras habla, Marta se enfunda en un traje de baño negro—...