¿Invulnerable?


Matalascañas, Huelva



Recuerdo que hace muchos años, con la despreocupación propia de la juventud, me creía poco menos que invulnerable. Aun sin ser consciente de ello, estaba convencida de que “eso”, “eso” que casi no nos atrevíamos a pronunciar, a mí no me sucedería. “Eso” era algo de lo que se oye hablar, que afecta a los demás; algo totalmente ajeno. También pensaba que, si por un error del destino, “eso” me llegaba a pasar a mí, no podría soportarlo. Sencillamente sería el fin del mundo para mí. 

Pero la realidad es tozuda y no discrimina. Cual mosca cojonera, nos golpea siempre donde más duele. Y así es como un día lo noté: un garbanzo fuera de lugar. Con sobresalto, me pregunté desde cuándo estaría ahí, silencioso, desafiante, invadiendo un espacio que era solo mío. Mi mundo comenzó a tambalearse. Inicié un largo camino de zozobra que poco a poco iba minando mi equilibrio. Al principio el diagnóstico parecía no revestir gravedad. Una cirugía menor eliminaría el intruso. Luego vinieron más exámenes y consultas médicas.  Al final, la biopsia confirmó mis peores presagios. 

Me encerré en mí misma. El mundo exterior se convirtió en algo tan ajeno como en su momento lo había sido la propia enfermedad. Tuve que enfrentarme a “eso” que a mí nunca me iba a suceder. “Eso” que atacaba mi femineidad y que sería el fin de todo.

No negaré que fue una etapa de dolor, de mucho miedo, incertidumbre y  ansiedad. No negaré que me tuve que enfrentar a situaciones que antes me hubieran parecido insuperables. Pero también es cierto que aprendí muchas cosas. “Eso” de ningún modo era el fin, sino una etapa más a superar.  La vida no se acababa, sino que se transformaba y un nuevo yo se abría camino.


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Comentarios

  1. Qué relato más humano. Tratamos de ahuyentar lo indeseable del modo que has descrito. Tal vez porque nos creemos incapaces de enfrentarnos al dolor y superarlo. Más que un relato o que un testimonio, esta es la prueba de que podemos superar las adversidades que creemos insuperables. Todos tenemos el potencial de hacerlo, aunque también podemos perder la batalla, y eso es lo que realmente nos asusta. Supongo. Un gran texto, Mariángeles.

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    1. En realidad la capacidad de resistencia del ser humano es muy superior a lo que pensamos. Te das cuenta cuando la vida te pone en situaciones difíciles. Sin embargo, el miedo al dolor o al sufrimiento nos intenta convencer de lo contrario.
      Gracias por tu comentario, amigo

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