Deseos ocultos
Ignoraba los motivos, pero cada vez que entraba en la capilla del colegio, Susana se sentía intimidada. Y, en mayo, mes dedicado a la Virgen María, las visitas se repetían con mayor frecuencia. Tal vez las reiteradas alusiones al infierno influ ían en su ánimo ; q uizás fuera el olor del incienso que lo impregnaba todo o la penumbra en la que se hallaba sumido el recinto. Dos gruesas cortinas de terciopelo granate cubrían los ventanales tamizando la luz exterior. Del techo colgaba una única lámpara que, a pesar de tener varios brazos, alumbraba escasamente y proyectaba sombras caprichosas en el suelo. En el presbiterio, un candil junto al sagrario completaba la iluminación. Las chicas entraban en fila india y se situaban, por orden de llegada, en las dos hileras de bancos que ocupaban la casi totalidad del espacio, separadas por un pasillo central. A Susana le tocó colocarse a la izquierda de la nave, justo al lado de un enorme Cristo crucificado que con la cabeza inclina...