Instinto paternal

 


Armado con una mopa, Lucas restriega el suelo de la portería con energía y no ve a la señora Ribera, del tercero segunda, que entra en ese momento y está a punto de tropezar con él.

—Por Dios, Lucas, ¡menudo susto! ¡Ten cuidado! ¿Se puede saber qué te pasa? Te veo un poco alterado hoy.

—¡¡¡No me hable, no me hable, que creo que voy a matar a alguien!!! No tienen vergüenza. No saben con quién se meten. Cuando salga de aquí me voy para allá y le rompo el alma a uno de ellos.

Mientras habla, Lucas sigue frotando el piso. Parece querer sacarle un brillo que nunca volverá a tener. Pero la vecina, que conoce los prontos del hombre, quiere saber más e insiste:

—Lucas, tranquilízate un momento y explícame lo que ha pasado.Hace ya diez años que Lucas es el conserje del edificio y tiene una buena relación con la mayoría de los inquilinos.

—La tía esa, que se me ha llevado a Olivia. ¡¡¡Tres años, tres años cuidando de ella!!! Y ahora vienen y me la quitan. Que dicen que yo no soy su padre, ¡¡¡me cago en todo!!! Si no fuera por mí esa niña no hubiera nacido. Saqué a su madre de la calle, con el mono, hecha lo que se dice una mierda y con un bombo de seis meses. Que si usted la hubiera visto... Y ahora llega la mujer esa y me quita la niña. ¡Yo la mato!

—Lucas, poco a poco. Respira hondo que te va a dar algo. ¿Quién se ha llevado a Olivia?, ¿su madre?

¿¡Su madre!? ¡¡¡No me hable de Claudia que a ella, si me la encuentro, también la mato!!! ¿Se acuerda de que le dije que tenía cáncer? Pues ni cáncer ni hostias. Las visitas al médico, los vómitos y eso no eran por el cáncer, no, ni por la quimio. La muy jodía volvía a estar preñada y no me lo quería decir. Y, claro, esta vez tampoco sabía quién era el padre. ¡Es que esta tía por un pico es capaz de lo que sea! Tonto de mí que la creí cuando me dijo que lo había dejado.

La vecina que había abierto la puerta del ascensor para subir, la suelta y se acerca a Lucas que, por fin, ha soltado la mopa y, ahora, parece un león enjaulado.

—Pero, Lucas, es que eres muy confiado —le dice consciente de que él ya lo sabe y no lo puede evitar—. La metiste en tu casa casi sin conocerla y mira en que lío estás.

¿Y qué quería que hiciera?, ¿ que la dejara morir en la calle llevando una criatura en la tripa? Y, encima, como soy idiota me enamoré de ella. —Suelta un bufido y sigue hablando—. El dichoso caballo la tenía enloquecida y yo sé lo que es, que también pasé por ahí. Pero no sabe lo peor. Parió y se fugó del hospital, abandonando a la criatura, la muy cabrona. Los del hospital avisaron a servicios sociales que se enteraron de que tenía otra hija y a por ella que han venido. ¡Me cago en diez!

Lucas no lo sabe todavía pero, tras un proceso largo y lleno de tropiezos, logrará recuperar a Olivia. Tendrá la suerte de contar con la ayuda de varios vecinos: dos abogados, una psicóloga y muchos hombros sobre los que podrá descargar parte de sus tensiones. Olivia, que pasará casi un año con una familia de acogida, correteará por la portería y, de vez en cuando, jugará con otros niños del edificio. Claudia se evaporará y regresará a su país de origen, Italia, dejando atrás a sus dos hijas.


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Imagen de -MayaQ- en Pixabay 
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Comentarios

  1. Porque será que me suena tan conocida esta historia. Cada dos por tres hay una de esta clase. Me gusta mucho tu relato con ese sentido social. También que a la larga termina feliz para todos. Cada día sacas más ases de la manga. Excelente Mariaángeles. <3

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    1. Muchas gracias, María! La verdad es que es una historia verdadera. Los conocí y no veas lo que luchó ese hombre por esa chiquilla, sin ser su hija biológica, hasta convertirse en su padre legalmente.
      Un abrazote

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  3. A mí también me sonaba a historia real. Me alegra saber que la lucha no fue en vano, aunque me temo que en muchos casos sí lo es. Dónde va a estar mejor una criatura que con su padre o su madre,sean biológicos o no. Lo importante es el concepto familia, y basta con que uno de los dos -hombre o mujer- pueda cumplir ese papel de una manera digna.

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    1. Muchas gracias, Javier, por dedicarme tu tiempo. Por una vez hubo un final feliz pero fue un camino muy duro y díficil. Imagina una niña de tres años arrancada de los brazos de su padre. Eso sí, el hombre siempre quería matar a alguien...

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    2. Yo también querría matar a unos cuantos si me roban a mi niña por toda la puta cara. Es terrible la ceguera y el despotismo de las robóticas instituciones. Menos mal que el hombre recuperó la custodia.

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    3. Ya te imagino, jajaja!
      Un abrazo

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  5. Hermosa relato que nos enseña lo que vale no cansarse cuando nos proponemos algo y sobre todo tan sensible como este. Excelente, muy agradable.

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Muchas gracias por estar siempre ahí leyendo mis relatos.
      Un abrazo

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