Musorenting

 


No me queda otra solución. Y es que ya han pasado más de tres semanas desde que volví de vacaciones y no hay manera de que de mi pluma, bueno del teclado de mi ordenador, -no me voy a poner ahora romántica-, salgan más de dos líneas seguidas.

Y ya que Maite Bilbao me lo ha recomendado y Leticia R. Mena sugiere que podría ser un buen camino, voy a hacer uso de un novedoso sistema de inspiración: el musorenting.

Que sí. Que tienes que recurrir al musorenting, que te lo digo yo -dice Maite con aire de entendida-. Tienen unos musos estupendos. Y puedes elegir entre varios modelos chulísimos, según lo que te apetezca escribir. Van de maravilla y no son nada caros.

Y allí que voy yo a meterme en el lío y a ver qué pasa. Porque, como dicen, de perdidos al río, aunque rime y no quede muy bonito

Primero quiero investigar un poco eso de la inspiración y los musos. No es que no me fíe de Maite, que lo hago, pero siempre es bueno ver lo que se opina en las redes. Y vaya que sí se habla del tema, por lo menos entre mis colegas de los miércoles, a los que agradezco hasta el infinito sus muestras de apoyo. ¡Sois únicos! ¡Gracias David Generoso por crear este magnífico grupo! Y no es peloteo.

Bueno, pues, volviendo al musorenting, es un servicio muy moderno. Tienen un catálogo muy completo dividido por temáticas con la fotografía del muso. Yo estoy dudando entre escoger por tema o por foto, porque hay cada imagen que me hace pensar en las de los guaperas que publica Isabel Cánovas. Lo que no me ha quedado claro es si te lo envían a casa o tienes que ir a buscarlo. Pero vamos, eso no va a ser un problema porque si hay que ir se va.

Ya lo he decidido. Voy a solicitar el servicio en su página web. Me registro con un alias por si acaso me arrepiento. Y nada más desplegar el menú de musos, se me acelera el pulso y me quedo sin aliento al contemplar las imágenes, tanto que me olvido de prestar atención a la temática. ¡Qué difícil es elegir! Y entonces lo veo y se desvanecen mis dudas. Ese, tiene que ser ese. ¡Dios! ¡Pero si es la viva imagen de Paul Newman en su mejor época! Le doy al clic y se inicia la descarga de un archivo en mi PC. Me pongo a imaginar que será algo parecido al book de un modelo… y que luego llegará el original. Mi ordenador no es de última generación, así es que se toma su tiempo y yo, sin darme cuenta, empiezo a golpear el teclado. Pues sí que es rápido esto. ¿Será que ya me está llegando la inspiración? En mi pantalla se lee con claridad sgfhakkiñ pqrmtd smghjr, así es que si esa es la inspiración mejor lo dejo estar.

Mientras espero que se complete la descarga, un zumbido, como el de los mosquitos que se cuelan en los dormitorios para no dejarte dormir, me taladra el oído izquierdo. Mi instinto me dice que todavía no es época de mosquitos, aunque con todo eso del cambio climático nunca se sabe. El ruidito no para y, de pronto, caigo en cuenta. Esto va a ser la voz de mi conciencia que me avisa de que entro en zona pantanosa. Porque, ¿cómo se va a tomar mi pareja la presencia del muso? No lo va a entender. Seguro que pensara que es un intruso, un rival. Mi yo escritor me grita que no sea cobarde, que en la vida quien no arriesga no consigue nada. Se ha puesto un tanto agresivo y yo ya no sé qué hacer. Aunque el termómetro no llega ni a los veinte grados, estoy sudando como si marcara cuarenta. Ya no lo veo tan claro. Si quiero recuperar la calma, tengo que eliminar ese archivo antes de que sea demasiado tarde.

¿Dónde se habrá metido? No lo veo por ninguna parte. Mi corazón late como si estuviera huyendo del diablo. A ver tranquilita -me digo a mí misma- que así no se puede. Al fin consigo encontrarlo, que no ha sido tarea fácil porque, ¿a quién se le ocurre colocarlo en la carpeta de “descargas” en vez de en la de “musos” que yo tenía preparada? Con las manos sudorosas, sujeto con fuerza el ratón y en lugar de darle a eliminar hago doble clic sobre el fichero. ¡Noooooo! -grito-. Y me quedo petrificada cual Aladino a la espera de que salga el genio de la lámpara.

La voz de Desireless, entonando su “Voyage, voyage”, me saca de mi estado catatónico y leo en la pantalla “Diez consejos imprescindibles para escribir un relato de viajes”.

Todavía no he podido cerrar la boca.

Safe Creative #2304114030945

Imagen de Pixaby


Otras historias que también te pueden interesar:



Comentarios

Entradas populares

La espera

Imaginación

Amor al arte

Sanación

La amenaza

Crónica de un viaje atípico