Encontrando inspiración

 



Este rincón es mi favorito para escribir. A una hora en la que la mayoría de los mortales están en sus centros de trabajo, yo puedo darme el lujo, si se puede decir así considerando lo que me cuesta llegar a final de mes, de estar en una terracita, bajo la semisombra de los árboles y con una paz que sería impensable un fin de semana. Para variar, comparten mesa conmigo mis fieles compañeros: un café y mi PC.

He escrito apenas cinco o seis líneas, cuando una mujer a la que nadie podría dejar de mirar por el color chillón de su vestido, se sienta en la mesa de al lado. No quiero que mi concentración se vaya al traste y disimuladamente giro mi asiento para cambiar de ángulo de visión. Mi nueva tranquilidad dura poco. Llega un hombre maduro, con el pelo engominado y aires de superioridad, que toma asiento al lado de la señora. La pareja inicia una conversación que poco a poco va subiendo de volumen. Mi curiosidad de escritor voyeur se pone en funcionamiento y sin dejar de mirar al teclado concentro mi atención en lo que están diciendo.

—Ya me dirás qué es lo que era tan urgente, Maite. Tengo que reunirme con el consejo en media hora. No podías haber escogido peor momento.

—Pues, perdona, lo siento. Pero es que tenemos que tomar una decisión que no puede esperar.

—¿Tenemos? Creía que nuestra relación estaba muy clara. Abrevia porque no puedo quedarme mucho rato.

Maite deja escapar un largo suspiro que me hace levantar la cabeza. El brillo de sus ojos anuncia tormenta.

—Ya veo que no me lo vas a poner fácil. Para variar. Claro, tu tienes tu vida resuelta, en cambio yo...

—¡No empecemos, no empecemos! Y dime de una vez qué es lo que pasa.

—¡Ay, bueno, vale! Es que..., estoy embarazada y tú eres el padre, Álvaro.

Maite lo ha dicho sin respirar y mirando a su acompañante de soslayo.

La sorpresa hace que Álvaro tenga problemas para encontrar su voz pero se rehace rápidamente.

—¿No decías que tomabas la píldora y que esto no sucedería? Sabías perfectamente de qué iba nuestra relación, Maite.

—¡Claro que la estoy tomando! Pero a veces fallan. No sé que ha pasado pero ha pasado y ahora no sé qué hacer...

—Si estás intentando atraparme, no cuentes con ello. Te advertí que no pensaba separarme de mi mujer.

—Pero Álvaro, siempre decías que te hubiera gustado tener un hijo. Esta es tu oportunidad. Podríamos iniciar una vida juntos. Formar una familia.

—Solo hay un problema, Maite. Tú no eres la madre que yo querría para mi hijo.

Maite va a replicar pero Álvaro ya se ha levantado de su silla y se dirige a la salida sin mirar atrás. Ella coge su móvil, hace una llamada y le oigo decir:

—Te lo dije, te lo dije. No ha colado. No va a colar.

Tomando un sorbo de café, pienso que ya tengo tema para mi próximo relato.

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Imagen de Pixabay

Comentarios

  1. Genial, de lo que te puedes enterar sentada en una mesa de un café. Me ha gustado mucho Mariángeles.👍👏

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    1. Muchas gracias, María. Hay que estar atentos a lo que sucede alrededor que en donde menos lo esperas hay una historia.

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  2. Excelente. Me encantó esa entrada tan sutil. Me sentí sentada junto a ti y escuchando la conversación. Comparto contigo que la historia recién comienza.

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    1. Muchas gracias, Amalia. Me alegra haber conseguido esa sensación fe complicidad contigo. Un abrazo, amiga.

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