Hay que tener cuidado con lo que se pide

 


El reto no era fácil y yo, como estudiante de historia acostumbrado a mirar más hacia el pasado que al futuro, no sabía cómo abordarlo. Estaban poniendo a prueba nuestro ingenio y capacidad para encontrar ideas creativas. Algo que no estuviera ya inventado. El objetivo final era hallar nuevos métodos para poner fin a la escasez de agua que tenía a nuestro planeta al borde del colapso. Y entonces me acordé de las muchas maravillas que decían que podía conseguir la Inteligencia Artificial. Tengo que confesar que, aunque suene increíble, nunca la había utilizado antes. Pero mi deseo de superar con éxito el reto me animó a intentarlo. Por probar nada se perdía y no quería hacer el ridículo ante mis compañeros de clase.

—Pregúntame cualquier cosa —me escribió ChatGPT en cuanto lo abrí.

Mientras pensaba en cómo formular la pregunta, toqué el teclado sin querer y salió algo así:

—PuXDk Eax

Me partí de risa al ver la respuesta que no tardó en llegar, con emoji incluido.

—Lo siento, no entiendo lo que quieres decir. ¿Puedes reformular tu pregunta o proporcionar más información? 😊

“ Qué IA tan educada”, pensé, “vamos, como si hubiera ido a un colegio de pago.”

—Quiero que me crees un sistema infalible para hacer desaparecer el problema de la sequía en todo el planeta —le respondí, antes de que se me olvidara la frase elegida.

Aquí, ese ente extraño con quien me comunicaba a través de la pantalla de mi PC se tomó su tiempo para reaccionar. Por un momento, pensé que se había bloqueado. Pero no. Al cabo de unos segundos, emergió un mensaje parpadeante como si fuera el intermitente de un coche: “Conectando con la Estación Espacial Internacional (EEI)”.

Abrí los ojos todo lo que dieron de sí mis párpados y me quedé hipnotizado mirando el aviso. ¡Yo no esperaba tanto! Me parecía una respuesta bastante inverosímil, y estaba a punto de cerrar la sesión, cuando en el cuadro de diálogo comenzó a aparecer, letra tras letra, el siguiente texto:

—Conexión conseguida. La EEI confirma que se encargará de enviar un proyectil con el objetivo de descongelar los depósitos masivos de agua congelada encontrados bajo el ecuador de Marte y provocar así un diluvio, que se prevé que alcance el planeta Tierra en el plazo de tres meses.

Ahora el congelado parecía yo. Me esperaba una retahíla interminable de consejos para paliar la sequía y, al leer esto, empecé a creer que la IA me estaba vacilando o que alguien se había colado en mi ordenador y se estaba riendo de mí.

Ante mi falta de reacción, ChatGPT se despidió servicial, en su línea.

—¿Puedo ayudarte en algo más? ¿Quieres que escriba para ti una historia sobre la sequía?

La llamada telefónica de un colega, intentando descubrir si ya había avanzado en la búsqueda de un posible proyecto, me hizo olvidarme del chat. Cuando regresé al ordenador, la sesión había caducado por falta de actividad. Aparqué el tema de la IA y seguí investigando en otras páginas web y por otros caminos más tradicionales.

El tiempo, siempre lo decimos, vuela, y ya hacía meses desde mi peculiar conversación con ChatGPT, que estaba olvidada por completo. Recuerdo con claridad el día que comenzó todo, porque habían predicho un tiempo soleado y, sin embargo, hacia el mediodía el cielo se cubrió de nubes negras y la oscuridad se apropió de la ciudad. Al poco rato, comenzaron las lluvias torrenciales.

En el momento en que escribo estas líneas, llevamos ya tres meses en los que llueve sin descanso, día y noche. El nivel del mar ha subido más de medio metro y no hay dique que pueda impedir que el agua invada las zonas más cercanas a la costa. En algunas ciudades, sobre todo las costeras, las calles se han ido convirtiendo en canales donde la única forma de circulación es con lanchas neumáticas. Los bajos y subterráneos han tenido que ser clausurados. El caos impera en las calles. La comunidad científica no halla explicación y busca soluciones a contrarreloj, ante el temor fundado de que las ciudades, si no cesa la lluvia, desaparezcan engullidas por el agua en un plazo no muy lejano.



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