Selección de personal

 


—¿Qué ha pasado con la candidata que tenía que entrevistarse contigo hoy? La he visto salir casi llorando.

—Simplemente, que no daba el perfil.

—¿Cómo que no daba el perfil? ¿Qué quieres decir? A mí me pareció idónea cuando la entrevisté. Tiene todo lo que ha de tener una buena recepcionista y encima domina dos idiomas, sobre todo inglés, que lo habla como una nativa.

—A ver, sí. Si no está mal del todo. Habla muy bien inglés y su francés es aceptable, pero su aspecto… Qué quieres que te diga, Carlos. No me parece la más adecuada para alguien que tiene que trabajar frente al público.

—¿De qué me estás hablando, Martina?

—Bueno, cómo te lo digo. Ya sabes que yo no tengo problema con la gente gordita, pero ¿has visto a esa chica? ¡Madre mía! ¡Vaya imagen íbamos a dar!

—Claro que la he visto. Yo la entrevisté antes que tú, ¿recuerdas? Daríamos la mejor imagen del mundo. Una chica con criterio y una habilidad para tratar con la gente que no es fácil de encontrar. Y no solo ha de lidiar con los visitantes, sino con todo el personal interno, que es complicado, y ya sabes la de problemas que hemos tenido siempre con este puesto. Y ahora, ¿tú quieres que la eliminemos de la selección porque le tienes manía a los gordos?

—Oye, que yo no he dicho eso. Si hasta mi madre está muy rellenita y yo no reniego de ella. Pero esta chica, no sé ¿eh? ¡Que me iba a reventar la silla de recepción en dos días! Pero, claro, tú no lo entiendes. Como tú también eres un poco “diferente”, pues ya está, a defender a cualquiera que se salga de lo normal.

—¿Qué es eso de que yo soy un poco “diferente”?

—Bueno, ya sabes.

—No, no sé. Dímelo tú.

—¿De verdad quieres que te lo diga? A buen entendedor pocas palabras bastan.

—Yo no debo ser un buen entendedor y necesito que me lo aclares.

—Pues eso, que como no te gustan las chicas…

—¿En serio? Así es que el hecho de ser gay me convierte en incapaz para tener un buen criterio, ¿no?

—Oye que eso lo dices tú. Qué poco me conoces. Yo soy una persona bastante tolerante e inclusiva. Mi compañera de piso es lesbiana y no pasa nada —responde Martina poniendo los ojos en blanco y diciéndose, con la esperanza de que su colega no pueda leer su mente, que si se llega a enterar antes de coger el piso, quizás no lo estaría compartiendo con ella—. Pero esta candidata… Lo primero que pensé cuando la vi es, por Dios, que nunca la sienten a mi lado en un avión.

—Vaya, Martina. Que aquí si no tienes una talla 36 no entras.

—Qué exagerado eres, hombre. Si la chica debe tener, tirando por lo bajo, una 44.

—Pues te voy a decir una cosa. Como la candidata sospeche que la hemos eliminado por culpa de su peso, la vamos a tener liada. Y yo no me voy a callar.

—Bueno, bueno, bueno. Que no es solo por eso. Es que tampoco ha habido “feeling” con ella.

—¡Lo que me faltaba! No había “feeling”. Me pregunto quién fue el lumbreras que te seleccionó a ti —murmura Carlos entre dientes.

—¿Qué? ¿Qué dices? Habla clarito, ¿o es que te doy miedo?

—¿Sabes qué te digo, Martina? Voy a hablar con tu jefa. Me da igual que seas la responsable de selección de personal. La chica es para mi departamento. Está capacitada y se acabó.

—¡Ay, chico! Cómo te pones. Tampoco te lo tomes así, que hay más candidatas. Ni que fuera a acabarse el mundo.


Imagen generada con IA


Comentarios

  1. De que los hay, los hay.

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    1. Desgraciadamente, así es. Esperemos que con el tiempo esta lacra acabe desapareciendo.
      Muchas gracias, Angy. Un abrazo

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  2. Tristemente hay gente así de sobrada. Buen texto

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    1. Espero que este tipo de comportamientos desaparezcan con el tiempo. Muchas gracias, Arcadio

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