Inspiración
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Tengo que escribir un relato y no sé por dónde empezar. Mis ojos van del teclado a la pantalla y de la pantalla al teclado sin que mis dedos atinen con las palabras adecuadas que hagan fluir una historia que merezca la pena ser leída. Podría probar la “técnica” de mi amiga Vanesa, que siempre escribe en la terracita de un bar. Dice que le va de cine porque en casa no se concentra. Nunca lo he probado, pero ante mi desespero, termino por coger mi PC y salir a la calle. En mi barrio abundan las terrazas, aun así, o quizás por eso, no sé por cuál optar. Por fin elijo una, con parasoles verdes y macetas con flores rojas -be gonias, creo- a su alrededor. Ahora me enfrento a la necesidad de elegir una mesa a la que llegue la luz de forma que su reflejo en la pantalla no me impida ver lo que escribo. Y no es tarea fácil. No hay demasiada gente, pero los mejores sitios están ocupados y sospecho que nadie tiene prisa por abandonar su puesto. Cuando creo haber encontrado el lugar adecuad...