Sueños

 

Julia contempla su imagen en el espejo y sonríe con gesto de aprobación. Ya está lista para el casting que cambiará su vida. Su mánager, ese que hace promesas a cambio de favores, se lo ha asegurado:

—Tú das el perfil exacto de lo que están buscando. Te he conseguido cita para las diez y media. Este va a ser tu día, querida.

Por eso, hay decisión en su forma de caminar. Con minifalda, botas de mosquetero negras y su melena pelirroja ondeando al viento cual bandera, se siente como esa otra Julia caminando por el Paseo de la Fama. Sí, se va a comer el mundo. Se cree observada aunque, en realidad nadie la mira. Conseguirá el papel que la llevará a la fama. Ya ve el letrero de "entradas agotadas" en las taquillas. Luego llegará el Goya y, después, quién sabe, Hollywood podría ser su siguiente destino. Ya no importa que la llamen flaca porque podrá demostrar a todos lo que vale.

Cuando llega, abre la puerta y..., una infinita cola de chicas a cuál más bonita inunda el vestíbulo. Un conserje, al que tanta belleza no parece conmover lo más mínimo, detiene su marcha.

—¿A qué hora la han citado?

—A las diez y media.

Sin mirarla, le entrega un papel con un número, el cuatrocientos veinticinco, y le muestra el marcador que hay en la pared. Van por el número treinta y tres.

—Tenga la bondad de sentarse, si encuentra dónde, y espere. Esté atenta al marcador.

Son las seis de la tarde y Julia sigue esperando su oportunidad.

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