¿Y si fuera cierto?

 



Las cámaras, los flashes y los micros tienen rodeada la mansión de la famosa Shaki. Los fans están divididos en una proporción imprecisa. Unos miran y jalean a Shaki y el resto, bastantes menos, profieren gritos a favor de Gera. Si se tuvieran que medir con un sonómetro, seguro que ganaría Shaki.

A medida que avanza la noche, tanto fans como periodistas van emprendiendo una retirada lenta y progresiva. Todavía quedan algunos cuando un Mercedes con las lunas tintadas se acerca a la parte trasera de la vivienda. Los pocos periodistas que siguen haciendo guardia corren hacia el coche que desaparece en el garaje, dejándolos con un palmo de narices y con las ganas de ver quién o quiénes son los ocupantes del vehículo. Todos se preguntan si la cantante ha encontrado quién la consuele de su mal de amores.

Dentro, Shaki acaba de acostar a los niños y se sienta a la mesa del comedor que está preparada para dos comensales. El visitante la besa sin prisas y toma asiento a su lado.

—¿Estás seguro de que no te ha visto nadie, sielito? Sería un desastre.

—Tranqui, vida, que jo sóc un crack. O, ¿quizás debería decir que soy un fantasma? —contesta soltando una carcajada.

Mientras charlan, dan buena cuenta de la magnífica cena que les ha preparado la cocinera. Por fin, han dejado de oírse los gritos del exterior y pueden relajarse.

—Yo creo que nos ha salido redondo —dice el recién llegado—. Ya tengo dos millones de seguidores más y subiendo. Seguro que tú me superas, ¿eh? Eso sí, Clarita me ha pedido un par de talegos más porque dice que la has ridiculizado demasiado y está perdiendo seguidores.

—Ya sabía ella de que iba la vaina, que es muy sardina pero no boba. Ya viste cómo se le pusieron los ojos cuando se lo propusimos. Eso sí, que no se te olvide que yo tampoco soy boba, cuidadín con pasarse con los besitos.

Con gesto tranquilizador el hombre le contesta:

—¡Pero, si ni siquiera es mi tipo! —y, cambiando de tema con rapidez, añade—¡Ah! Se me olvidaba decirte que lo de la bruja..., mejor déjalo ya, que a mi madre no le hace mucha gracia.

Mientras el mundo se divide entre detractores y partidarios del uno y de la otra, la pareja se ríe del planeta y contabiliza unas ganancias multimillonarias.

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Imagen de Engin Akyurt en Pixabay 

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