—¡Eh, tú, hijoeputa ! ¿Es que hoy no se cena? —grita el preso de la celda 112. —¡Maldito imbécil! ¿Tienes complejo de pavo? ¿Acaso quieres engordar para la cena de acción de gracias? Para lo que te queda de estar en la trena, no necesitas tragar mucho —responde el carcelero entre risotadas. —Me queda lo que me queda. Y va a ser poco, pero porque me voy a largar y no por otra cosa, ¿me oyes? Me voy a librar porque yo no hice nada, ¡n-a-d-a! Y no me volverás a ver. —Mira, chaval, a mí me la sopla. Cuando tú te largues o te larguen, da igual, vendrá otro y luego otro y después otro más. Mi vida seguirá siendo la misma. El celador se aleja por el pasillo para regresar al cabo de unos minutos con una bandeja con la cena de Nelson, al que ya no permiten ir al comedor con el resto de presos. —Aunque eres como un grano en el culo y no te lo mereces, hoy te traigo algo especial de postre: donut s . — Si es que ya lo digo yo, eres un pendejo , pero tienes el corazón de un corderito .
Hola mariàngeles, m'encanta la sorpresa final del teu relat.
ResponderEliminarMoltes gràcies, Luïsa!
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